en ese sofá que ya acumula canas.
Ese sofá que me atiende y me aguanta.
Que aguanta ese peso que soy yo cuando dejo de serlo.
Cuando mi cuerpo no pesa,
pero mi alma alcanza las onzas de un elefante.
Es entonces cuando hallo respuestas.
Imágenes que me asaltan.
Lo difícil es encontrar la pregunta que alguna vez las solicitó.
Y entonces pululan como fantasmas.
Hay algo en ese sofá
que me recuerda tu recuerdo.
Y es ese espacio diminuto
donde habitamos los dos tantas veces!
No pienso que un objeto pueda acumular recuerdos,
y, sin embargo,
parecen convertirse en gnomos
cosquilleándome el cuerpo
Me sumerjo en ese mar de sensaciones.
Reviviendo un pasado que se hace presente.
Y quizás es en ese tiempo
cuando me pregunto con más intensidad que nunca
si había algo entre nosotros.
Si había algo que no hubiera nacido para morir.
Y es entonces cuando surge el temor,
esa antesala de la incertidumbre,
y muchas veces del miedo.
Me acurruco y me hago pequeña.
Y se, me lo dicen las respuestas del silencio,
que la muerte no detiene nada.
Al menos esas pequeñas muertes
que uno siente pero se levanta
Y quizás tengas razón,
puede que se acabe el tiempo del encuentro,
pero esos latidos surgidos del diálogo de nuestros cuerpos,
no los detienen las palabras.
( fa temps que vaig ser escrit...podria haver estat inspirat en paraules ja escrites)
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