dissabte, 16 de juliol del 2011

...ella només espera que ell truqui a la porta...

…ella espera que ell truqui a la porta… i que en obrir-la se la mengi amb els ulls…llavors sabrà que el futur ja no es fantasia i se l’endurà al llit…el despullarà i es despullarà…no serà pas nou, en altre temps s’hi passaven hores…ara ella hi vol tornar…sense paraules…sense preguntes…sense holes i adéus… ella el vol allà al seu costat, pell sobre pell… per què s’esdevingui un moment únic …com quan vas a un lloc a contemplar la posta del sol i tots els sentits es posen d’acord per convertir-te en partícules diminutes i sentir la fusió amb l’univers...

divendres, 8 de juliol del 2011

...13 palabras ...

“La certeza de que la última luz sería algo distinta aunque no extraña y fragmentaria submarinos rumores en retazos arrugados en una noche alambrada se esparciría en su cuello
Sólo recuerdo retazos de lo que ocurrió aquella noche. Caminaba por una carretera asfaltada, recorriendo la última etapa de una excursión de una dificultad media – alta. Era un alivio recorrer el asfalto después de subir y bajar tantos desniveles. Descansé un poco para recuperar el aliento tendiéndome de espaldas, a la luz de la luna.
Era una noche calurosa, serena y sofocante. Se respiraba un aire fragmentado y espeso. Algunos se sacaron el jersey. Levanté los brazos a la vez que estiraba las mangas para quedar en camiseta. Mientras, Pedro, que todavía no se había sentado, se sacó la suya, quedando al descubierto su ancho pecho. La visión de la última vez que pasamos juntos despertó ipso facto un deseo incontenible. Lancé una mirada codiciosa con la certeza que sucumbiría al impacto de ese lanzallamas. Se acercó sigilosamente, frunciendo de tal modo el ceño que las arrugas de la frente me advertían de sus intenciones.
Se acercó a mí, puso un pie a cada lado de mis caderas, se arrodilló mientras colocaba sus manos cerca de mis mejillas y haciendo fuerza con sus brazos agachó su rostro hasta colocar su boca el mi cuello entreteniéndose lo justo hasta llegar a mi boca y penetrarme. Todo estaba en silencio. Como si un oscuro manto de mago hubiera paralizado el mundo. Tan sólo se oían los grillos, las ranas, los búhos y quizás, algunas moscas atontadas por el calor.
Al rato se empezaron a oír las voces de los compañeros que se animaban entre sí para levantarse y terminar la ruta. El tiempo se desvanece entre los amantes, pensé mirando el reloj. Seguro que no debe ser tan distinto el cielo.
El rumor no tardó en esparcirse. Clara y Pedro han llegado a la cima. Y así, en medio de rumores, seguimos andando y andando. Una se siente extraña entre conocidos. Sobre todo cuando las experiencias no son compartidas. Te sientes observada y, en ocasiones, habitante de un mundo submarino protegido por una alambrada.
Llegamos al destino. La noche, presidida por la luna, llegaba a su fin.
Fue entonces cuando tuve “La certeza de que la última luz sería algo distinta aunque no extraña y fragmentaria submarinos rumores en retazos arrugados en una noche alambrada se esparciría en su cuello”

...el lo sabía, era un auténtico cabrón ...

Él lo sabía. Era un auténtico cabrón. No vamos a decir hijo puta. Ahí, volveríamos a insultar a la mujer, la madre, la tierra, la luz.
Tenía la conciencia turbia y oscura. Sabía a ciencia cierta que haría sufrir a sus víctimas. Porque eran víctimas de una pericia confusa que las llevaría al fondo del laberinto que ni el hilo de Ariadna las sacaría del tormento interior. Sabía a ciencia cierta que todas lo querían. Eso, eso era demoledor, y por ello, lo más placentero para él.
Algunas veces en días grises, cuando la luz del sol (tiene trabajo) trabajeaba para filtrarse entre las espesas nubes de pensamientos obsesivos, era cuando, tumbado por el cansancio del solitario, se le iluminaba el alma que le quedaba y corroboraba lo que ya sabía. Era un auténtico cabrón, un manipulador.
Muchos argumentos, montones de razonamientos y años y años de tropezar en la misma piedra eran una auténtica prueba de su raíz, de sus cimientos, de su adn. Estaba escrito y no se podía hacer nada. Aunque quisiera, no podría. Se veía así de bueno, vulnerable, sensible, cariñoso, atento, protector de lo ajeno. Pero él lo sabía. Era un auténtico cabrón.
Algunas veces durante las sesiones de sexo generoso, de pasión desenfrenada, de abrazos fusionados, se le desvanecía el ego y sentía la unidad del todo. La realidad era un sueño complejo. Le recordaban a sus días de LSD. Sentía fluir su autentico ser, sus emociones y sentimientos. Aunque se esfumaran como el humo de una calada de hierba y volviera la conciencia de que era un autentico cabrón.
Lo quería todo, pero sabía que todo no se podía tener. En algún momento debería abandonar parte de aquello que en esos instantes mágicos formaban parte de él. Estiraba el tiempo como si de un chicle se tratase para posponer decisiones. Pero quería seguir siendo él. Aunque sabía que ese careto, que ni el mismo aguantaba, no era su verdadero ser. Sabía que mostraba el perfil reglamentario, abierto al público, en su caso, la de un autentico carbón.
Algunas veces se le antojaban días de letargo. Otras, sacaba todas sus armas de seductor entrenado, consultaba su lista de antiguos contactos y marcaba el primer número, luego, otro y otro. Ordenaba su agenda e iba rellenando los huecos del calendario. Anotaba lo que recordaba por si fuera necesario recurrir a halagos pasados y, en un abrir y cerrar de ojos, salía de su cueva civilizada con energía y atrevimiento. Sabía que en ese momento le convenía ser un autentico cabrón.
No le gustaba rendir cuentas. Dar explicaciones. Sólo, vivir el momento. Lo pasado, pasado está. Contestar preguntas, ser transparente, no formaban parte de sus intenciones. Su verdad era sólo suya. Eso, en parte, formaba parte de su encanto. No necesitaba nada, ni a nadie. Se enredaba en autenticas disertaciones provocando efectos hipnóticos a quién prestara algunos minutos de atención mirando sus ojos grises que tenían una fuerza atroz. Siempre lo había sabido, era un autentico cabrón.
Algunas veces, sobre todo ahora, acercándose a la senilidad, se sentaba al borde del sofá que tenía en su habitación y se procuraba recuerdos, alcanzando esas cajas que había guardado tan metódicamente, seleccionándolas por el nombre que más le apetecía recordar. Si le preguntasen cómo definiría su vida en una sola palabra, lo tenía claro: cabrón.
Otras veces, la sombra historia de su monstruo solitario le dejaba en paz.

...no son los polvos...

…no son los polvos, los traca traca o los quejidos,,, sino el deseo incondicional; sino la sensación de ingravidez, de intemporalidad; sino de ese dolor que se funde en un abrazo, de ese gemido que acaricia la luna; sino tu mirada cunado penetra en mi mirada,,, lo que verdaderamente me tiene presa a ti…

...fa por ...

...fa por pensar que hi ha racons de mi mateixa que potser no podré recordar mai més...

...quins laberints ...

...quins laberints recorre la ment!...un pensament és la teva mà sobre la meva pell ...
..t’he vist…però, no em cal…ets amb mi…
…oblida’m tu, que jo no puc…